viernes, 27 de agosto de 2021

Una corona aurea para la coronación pontificia de Ntra. Sra. de Belén, patrona de Carrión de los Condes (Palencia).

La imagen de Nuestra Señora de Belén fue coronada canónicamente por Mons. D. Pedro Cantero Cuadrado, previa concesión pontificia de su Santidad Juan XXIII, el 28 de agosto de 1960. El decreto pontificio la nombra oficialmente patrona de la ciudad de Carrión de los Condes, aunque la devoción a esta imagen y advocación se pierden en el tiempo. Históricamente ha sido el auxilio de la ciudad a la que se recurría en rogativas para todo tipo de necesidades, bien a ella sola o junto con el Santo Cristo de la Cruz (titular de la cofradía de la Vera Cruz) y las reliquias de los Santos Mártires del monasterio de San Zoilo.



En esta ocasión sólo nos vamos a interesar por algunos apuntes en relación a las preseas que lució en su coronación pontificia, prestando especial atención a la corona ofertada por los carrioneses por medio de aportaciones mayormente en especie (anillos, medallas, sellos, pendientes, … de oro) y en algunos casos económicas, para cuya finalización se empleó gran parte de las joyas antiguas que a lo largo de los siglos la imagen había ido acumulando. Esta coronación pontificia, justifica el título de “Coronada”, que sólo pueden ostentar las imágenes que han sido coronadas canónicamente. Según el Derecho Canónico podemos diferenciar la Coronación Pontificia (por decreto o bula papal), de la coronación diocesana (por decreto del diocesano), siguiendo ambos dos procedimientos canónicos diferentes (Cans. 100 y sigs), que otorgan el título de “Coronada” a la imagen que le es impuesta la corona. Estas se diferencian claramente de la imposición litúrgica de la corona, que no necesita ningún permiso y realiza cualquier eclesiástico, sin aportar la distinción de “Coronada” a la imagen. 

En la diócesis de Palencia la primera imagen mariana en ser coronada canónicamente fue la Virgen de Ronte, patrona de Osorno La Mayor (1928). Le siguieron por orden cronológico: La Virgen del Valle, Patrona de Saldaña (1930); la Virgen de la Calle, patrona de Palencia (1952); la Virgen de la Piedad, patrona de Herrera de Pisuerga (1958); la Virgen del Castillo, patrona de Autillo de Campos (1959); la Virgen de Belén patrona de Carrión de los Condes (1960); la Virgen del Brezo, patrona de Villafría de la Peña (1961); la Virgen de Carejas, patrona de Paredes de Nava (2008); la Virgen del Llano, patrona de Aguilar de Campoo (2012) y la última en ser coronada canónicamente ha sido la imagen de la Virgen de Valdesalce, patrona de Torquemada (2014). En nuestra diócesis sólo estas imágenes pueden ostentar el título de “Coronada”, que en contadas ocasiones es empleado al referirse a ellas. 

La primera referencia documental localizada, de momento, sobre una corona metálica dispuesta en las sienes de la Virgen de Belén, es del siglo XVI y nos viene a refrendar que este elemento regio está realizado en un momento anterior y por tanto su uso resulta ser más antiguo que la fecha en la que se cita. Así en 1571 el platero Baltasar Pérez funde la corona antigua de la virgen, para realizar una nueva con la misma plata. Este hecho le da un margen de existencia de varios años, en los cuales ha adquirido ese carácter de vieja y motivado la necesidad de su renovación. En el mismo siglo, ya en 1594 el platero Baltasar de Quijano, pesa la plata existente en el templo y se hace un inventario, en el que figuran varias coronas. 

En 1618 se consignan varios pagos en “aderezos de limpiar plata y retablos” y entonces quizá se arregló alguna de las coronas de la virgen, labor que consistió realmente en una intervención menor consistente en “limpiar la plata y aderezar”.


 

Gracias a un exvoto pictórico conservado en el camarín de la Virgen (que actualmente se emplea como sacristía, pero su función original era ser el vestidor donde se cambiaba de ropa a la imagen y donde se guardaban sus joyas, coronas, mantos, etc.), conocemos el aspecto que al menos en 1791, presentaba la Virgen de Belén. En él luce saya blanca, manto verde, rostrillo, corona con resplandor, cetro en la mano derecha y media luna de metal a los pies. Este exvoto será tomado como referencia, cuando se trate de encargar el ajuar y la corona, para la coronación pontificia, aunque la escasez de fondos no permitirá completar lo inicialmente deseado. 


El cetro que en la mano derecha porta la imagen de la Virgen de Belén en el exvoto de 1791, no se conservaba en el siglo XX, ya que no aparece en las litografías de Heraclio Fournier (realizadas en Valladolid), ni en las primeras fotografías conocidas de la Virgen de Belén. En estas imágenes se ha sustituido por un ramillete de flores y en los huecograbados de la casa Hauser y Menet, S.A. por un ramillete de romero. Igualmente la media luna, en alusión a la pureza de María, tampoco existe en el joyero de la Señora, ni se representa en dichas reproducciones. 


Sin embargo en las representaciones referenciadas y en la considerada como la fotografía más antigua de la Virgen de Belén, claramente se presenta a la Señora con su elegante rostrillo del siglo XVIII, obra de plata sobredorada y con cristales de colores rojo y verde. Desafortunadamente esta interesante obra de orfebrería, es una de las piezas que fueron robadas en 2019 y cuyo paradero actual es desconocido. Además en esta fotografía vemos como la Virgen de Belén luce una corona imperial alta con un pequeño resplandor, seguramente de obra de plata del siglo XVIII, cuyo perfil resulta muy semejante a la corona más antigua de la Virgen del Rosario de la iglesia de San Andrés de Carrión de los Condes. El perfil que la corona con imperiales altos daba a la imagen, resulta absolutamente diferente del resto de coronas que actualmente posee. En esa instantánea también aparece una corona a juego para el Niño Jesús y el rostrillo del siglo XVIII al que antes hemos hecho alusión y sustraído recientemente (2019). La Virgen no presenta cetro en sus manos y sí múltiples anillos en todos sus dedos, que actualmente no posee ya que se emplearán en la confección de la corona aurea, donde uno de ellos será el que remate el orbe de la nueva corona. 

En una fotografía de R. Egidio del retablo de Ntra. Sra. de Belén de 1905 observamos como la imagen luce una corona real con un gran resplandor de plata en su color, junto con un rostrillo liso, que ha llegado hasta nuestros días. Es esta una obra de diseño decimonónico que le da el perfil actual con el cual la reconocen sus devotos. Igualmente se conserva otra corona de plata actualmente sobredorada, más pequeña en tamaño que la anterior y que aparece en las fotografías de la edición de la novena de la Virgen de Belén editada en los años veinte del siglo XX y que también se puede ver en las estampas e imágenes tomadas de la Señora antes de su coronación pontificia. Estas dos piezas son las que normalmente se alternan con frecuencia a lo largo del año sobre las sienes de la Señora. Cuando la comisión de la coronación busque un orfebre para realizar la corona de la coronación pontificia, tomarán como modelos de referencia estas dos coronas del siglo XIX y la representación del exvoto de 1791, aunque dando libertad absoluta al orfebre para plantear su diseño. 


Cuando se inician los trámites para la coronación pontificia de la Virgen de Belén, también se plantea la realización de unas coronas y rostrillo con valor artístico para el día de la Coronación Pontificia de la imagen de la Virgen de Belén, que finalmente tendrá lugar el 28 de agosto de 1960. Se desea una corona de oro, asumiendo que el resplandor que la completa tendría que ser de plata sobredorada. Se toma esta decisión ya que la pieza va a ser realizada por donaciones. El oro aportado siempre es de diferentes kilates y el trabajo tiene que estar realizado para una fecha concreta. Se valora, no realizar dispendios y hacer sólo de oro la corona, que será enriquecida con las joyas que ofrezcan los devotos de la Virgen de Belén, junto con algunas de las antiguas joyas de la Señora, especialmente sus anillos y adaptarlas en la nueva corona. Empleando plata como material base del resplandor se abarata la obra. Así la corona es de oro y el resplandor de plata, todo ello sobredorado para mantener la unidad cromática y así integrarse mejor con las piezas que son de oro, con las que no. El autor sobre el que va a recaer este encargo de realizar la corona con la cual se va a desarrollar la coronación pontificia de la Virgen de Belén, será el orfebre José Puigdollers O Vinader, con taller en Madrid. Tenía su estudio en la calle Barquillo nº 10 de Madrid y se dedicaba casi exclusivamente a la orfebrería religiosa, contándose en su haber (según la propaganda de la época) varias coronas de imágenes marianas que se encuentran repartidas por toda España. 

Seguramente se pensó en este orfebre, por haber sido el encargado en 1956 de realizar las coronas de la coronación canónica de la Virgen de los Llanos, patrona de Albacete. Estas son una obra de oro repujado y cincelado con aplicaciones de brillantes, perlas, amatistas, zafiros y topacios todo ello procedente de joyas donadas por sus devotos. Este mismo autor realizará en 1967 la corona de la Virgen, del niño y el rostrillo de la Virgen de Prado, patrona de Ciudad Real, realizadas con motivo de su coronación pontificia. La bola del mundo que lleva el niño en la mano, fue realizada por el mismo platero en 1969, en plata sobredorada y resulta similar a la sustraída a la imagen del Niño Jesús de la Virgen de Belén de Carrión de los Condes en 2019. Estos dos ejemplos vienen a demostrar que no se eligió a un orfebre cualquiera, sino uno de los más reputados del momento y con obra en poblaciones importantes. En su haber se abarca desde las creaciones exclusivas, a las reproducciones de piezas de orfebrería perdidas en la Guerra Civil, como el caso de las coronas de la Virgen de Prado o la custodia de asiento de la catedral de Jaén (La actual hecha entre 1963 y 1985 es obra de José Puigdollers Oliver Vinader, Madrid; Taller Hermanos Angulo -Lucena, Córdoba; Francisco del Toro Plaza, Talleres de Orfebrería Villareal -Camas, Sevilla). Pese a que en ocasiones se referencia que este orfebre “que lleva confeccionadas más de 70 coronas para otras tantas vírgenes, patronas de distintas ciudades de nuestras geografía nacional”, no he conseguido localizar, de momento, otros ejemplos salvo los citados de Albacete y Ciudad Real. 


 La corona que se va a emplear en la coronación pontificia de la Virgen de Belén, es una corona real con un resplandor, la corona de oro y el resplandor de plata repujada y dorada con oro fino. Todo ello con aplicación de piedras preciosas, perlas y partes de joyas del tesoro de la Virgen, junto con otras aportadas por sus devotos, entre las que se encontraban diferentes anillos que quedaron en parte conservados en el diseño del canasto de la corona. Puigdollers reformó joyas antiguas y algunas las engarzó en la corona, especialmente las piedras de calidad, las perlas, una cruz, etc. 


La corona propiamente dicha se conforma con un bandó, del que salen cinco imperiales y cinco florones que se unen en un orbe rematado por una cruz. Como singularidad, este orbe del mundo va cruzado por un anillo que pertenecía al joyero de la Virgen de Belén y que al parecer la imagen desde antiguo siempre llevaba puesto. El sello diferenciador de esta corona es la inclusión de la Estrella de Belén que se dispone en la parte central de la misma, en medio del imperial central. Es una estrella de ocho puntas, realizada en platino. Queda centrada por una perla, rodeada por un octógono de esmeraldas y las puntas de la estrella quedan cuajadas de brillantes. En el mismo imperial que está colocada la Estrella de Belén hay: un trébol de brillantes y esmeraldas; un brillante engarzado en platino, una orla de esmeraldas con una perla en el centro y un ágata. Las dos imperiales frontales que hay dispuestas a los lados de la Estrella de Belén, ostentan dos tréboles de perlas, dos topacios y dos perlas de gran tamaño. Las dos imperiales de la parte posterior de la corona poseen brillantes en forma de orla y solitarios de diamante. Se enriquece toda la corona con otras piedras, quedando rematada por un orbe o bola del Mundo, sobre el que se dispone una cruz de oro, platino, brillantes y zafiros. Esta bola del Mundo, queda cruzada por un anillo antiguo de la Virgen de Belén. El resplandor está realizado en plata sobredorada. Se compone de una aureola de encaje, que hacia el interior de la corona deja ver dos “C” enfrentadas en sus lados y cinco florones hacia la corona. Al exterior queda compuesto por veintitrés elementos que alternan rayos que surgen de cabezas de querubines (11), con elementos florales renacentistas rematados por estrellas (12) que quedan enriquecidas en su parte central por un aguamarina. 


A juego con la corona, Puigdollers realizó un rostrillo de plata repujada y sobredorada, enriquecido con esmeraldas, rubíes y sesenta perlas. Sin embargo el trabajo de esta pieza resulta de una calidad inferior, si se compara con la fina ejecución de la corona. Pese a que lo lució en su coronación pontificia, las camareras de la Virgen de Belén, solían alternar los rostrillos de plata en su color para el tiempo ordinario, con el rostrillo del siglo XVIII de perfil carnoso y abultado, para las grandes fiestas, colocando el rostrillo de la coronación en contadas ocasiones. Igualmente realizó una corona y bola del mundo para la imagen del Niño Jesús, piezas de plata sobredorada, enriquecidas con pedrería. 

Pese a la suscripción popular, el dinero no llegó para completar un terno completo para la coronación pontificia. Hemos de pensar que también se encargaron nuevas andas que sufragó la Cofradía de los Pastores de Nuestra Señora de Belén, nuevo traje y manto procesional, etc. Esto implicó que de toda la orfebrería proyectada se optase por no realizar la media luna de plata a los piés de la virgen y se dejase para más adelante adquirir el cetro de reina para su mano derecha. Por ello en la coronación la Virgen de Belén portó en su mano derecha una azucena de talco o plata. Años más tarde Puigdollers realizará el cetro de reina, de plata sobredorada, el único que poseía la imagen y que desafortunadamente fue sustraído en el robo de 2019 y del que de momento nada se ha recuperado. 

Tradicionalmente la Virgen de Belén lucía multitud de anillos en sus dedos, regalo de sus devotos, pero al haberse empleado las joyas de la propia imagen en la confección de la nueva corona, la Señora no lució ningún anillo el día de su coronación pontificia, tal y como testimonia la tradición oral y corroboran las fotografías o las grabaciones del acto, ya que todos se habían empleado en los nuevos trabajos de orfebrería. Puigdollers también realizó los troqueles y medallas de la Hermandad de Caballeros y Damas de Nuestra Señora de Belén Coronada. Propuso la realización de varios ciriales, candelabros, un sagrario y otros elementos de orfebrería, algunos de los cuales finalmente no se realizaron por falta de fondos. De todo lo proyectado tan sólo se llegaron a ejecutar el citado cetro sustraído y los grandes candelabros de bronce, obras ya de 1962 y 1967. 

El joyero de la Virgen de Belén y su Niño Jesús se complementa con otras interesantes preseas de plata en su color y sobredorada, obras fundamentalmente de los siglos XVIII, XIX y XX que luce en diferentes ocasiones a lo largo del año. Igualmente en el joyero de la virgen se encuentran algunas joyas donadas por particulares, de entre las que destaca la cruz pectoral y el anillo del arzobispo de Zaragoza, don Pedro Cantero, obras de plata sobredorada con amatistas. 

En esta ocasión sólo he reflejado algunos apuntes en relación a la corona de la Virgen de Belén, con la cual fue coronada por decreto pontificio en 1960, refiriéndome puntualmente a otras coronas de la imagen, sin detenerme en el tesoro del Niño Jesús. Queda para otro momento referirme al resto de preseas del joyero de la Señora de la ciudad de los Condes y al impacto que causó la coronación canónica entres las gentes de la ciudad jacobea. Este impacto, pendiente de ser valorado justamente, llevará a celebrar año tras año la fecha de la coronación canónica. Inicialmente celebraciones íntimas y sencillas, salvo en fechas señaladas como el XXV aniversario o el L aniversario. El recuerdo de la coronación pontificia de la patrona de la ciudad, finalmente se materializará con el cambio de junio a agosto de las fiestas patronales locales, seguramente rememorando los fastos de la coronación pontificia de Nuestra Señora de Belén Coronada, patrona de la Muy Noble y Leal ciudad de Carrión de los Condes. Enrique Gómez Pérez, Licenciado en Hª del Arte

BIBLIOGRAFÍA:

 * GÓMEZ PÉREZ, Enrique y SANCHEZ GÓMEZ, Juan Carlos. El Belén, sus personajes y sus símbolos. La colección de Belenes del Mundo del Museo del Real Monasterio de Santa Clara de Carrión de los Condes. Vol. V. RR. MM. Clarisas de Carrión de los Condes, Palencia 2009. pp 14 a 19. 

* GÓMEZ PÉREZ, Enrique: "La Virgen de Belén en el Camino de Santiago: Su patronazgo en Carrión de los Condes (Palencia)". Regina Mater Misericordiae: estudios históricos, artísticos y antropológicos de advocaciones marianas/ Coordinado por Juan Aranda Doncel, Ramón de la Campa Carmona. 2016. pp. 283-298 

* PÉREZ, Nazario, S.I., Novena a la Virgen Santísima de Belén, venerada como Patrona en la iglesia de su nombre en la ciudad de Carrión de los Condes. Arreglada por el P. Nazario Pérez, S.J. Palencia, Imprenta El Diario Palentino, 1920.



jueves, 12 de agosto de 2021

EL RETABLO DE NTRA. SRA. DE BELÉN CORONADA, PATRONA DE CARRIÓN DE LOS CONDES (apuntes)

 

Apuntes sobre el retablo mayor de Nuestra Señora de Belén Coronada, patrona de Carrión de los Condes (Palencia).

Nuestra Señora de Belén fue coronada canónicamente el 28 de agosto de 1960, como patrona de la ciudad de Carrión de los Condes, aunque documentalmente ya es invocada como patrona desde tiempo atrás. Sin pretender agotar el tema, a modo de ejemplo, en 1896, lo recoge Martín Ramírez de Helguera quién dice de ella que: “Es la patrona de la población y tenida en muchísima veneración”. En 1920 el jesuita y notable mariólogo, Nazario Pérez (1877-1952), señala el patronazgo de la Virgen de Belén, que dice es” venerada como Patrona en la iglesia de su nombre en la ciudad de Carrión de los Condes”. Toda esta antigua devoción de la ciudad a su patrona se verá ratificada con su coronación canónica.


En esta ocasión sólo nos vamos a interesar por algunos apuntes sobre el retablo mayor del templo, en el cual se rinde culto a la patrona de la localidad jacobea. La iglesia de Nuestra Señora de Belén, es una de las antiguas parroquias de la ciudad, función que perdió en 1895. Su edificación siempre ha estado condicionada por la cercanía del río Carrión que discurre bajo el promontorio arcilloso en el que se asienta el templo, lo cual ha implicado varias veces su estado de ruina.

En las primeras décadas del siglo XVI se realiza el retablo mayor del templo, obra que con algunos añadidos posteriores, afortunadamente se ha conservado hasta nuestros días. La actual capilla mayor del templo, se comienza a edificar hacia 1540, motivo por el cual, el retablo inicial se desmonta. En 1553 se instala de nuevo el primitivo  retablo mayor, ahora ampliado con nuevas esculturas y pinturas. Las pinturas sobre tabla son obra de Antonio Calderón. Al primitivo conjunto se le añadieron banco, guardapolvo y ático, empleando un repertorio decorativo de grutescos y columnas abalaustradas que diferencia la obra incorporada de la anterior. Esta reforma y otras posteriores, explican la dificultad de una lectura correcta y ordenada de los temas y santos representados en el mismo.

En 1618 se consignan varios pagos en “aderezos de limpiar plata y retablos”. En 1636 se gastaron “mil quinientos y veintiochos mrs que gasto en quitar el retablo mayor y colaterales y bolverlos a poner con clabos aunque a los apuntalarlos y gasto de darles o elevar, como todo ello parecio”. En 1638 se realiza un pago a Nicolás de Vega “maestro ensamblador vecino de la dicha Villa” (de Carrión), por una intervención en el retablo mayor, seguramente la embocadura barroca de la hornacina que da al camarín de la Virgen. En 1684 se edifica el camarín de la virgen, ubicado tras el retablo y por el cual se accede hasta su hornacina


Posteriormente entre 1847 y 1848, Manuel Martín Carniago realiza un baldaquino neoclásico que quedará sobrepuesto al cuerpo central del retablo, alojando a la Virgen de Belén en su interior, del cual se conservan reproducciones fotográficas y una interesante litografía de Heraclio Fournier. 

 


Este será posteriormente desmontado, pero hoy aún se conserva el frontal de la mesa del altar y el sagrario barroco de mediados del siglo XVII con el cordero en la puerta (actualmente dicho sagrario se emplea en el Monumento de reserva eucarística en la iglesia de San Andrés durante la Semana Santa). 

 


Por una fotografía de R. Egidio conocemos el estado del retablo de Ntra. Sra. de Belén en 1905, cuando ya se habían eliminado los elementos neoclásicos y el sagrario barroco, pero aún se mantenía in situ la embocadura barroca del camarín de la Virgen. Igualmente las imágenes de las santas Águeda y Lucía, estaban ubicadas sobre unos sencillos relicarios cuadrados con rejería. 

 


En 1960 se restaura el retablo y se eliminan los elementos añadidos que no son del siglo XVI y se suprime la embocadura barroca del camarín de la Virgen de Belén, que actualmente se conserva en la antigua sacristía. Esta intervención la realiza el tallista local, Timoteo Martín quién ejecuta la actual embocadura del camarín de la Virgen de Belén, diferentes piezas del retablo y realiza la talla del púlpito. Sin embargo este nuevo arco no se refleja en los huecograbados de la casa Hauser y Menet, S.A., que se realizaron para la coronación canónica, ya que en los mismos sólo se representa a la Virgen de Belén sobre su peana. Igualmente en 1960 el retablo queda declarado como Monumento Histórico Artístico.     

El retablo escultórico, se complementa con unas interesantes pinturas murales del siglo XVIII, que amplían visualmente el mismo y completan el programa iconográfico mariano del conjunto: Santa Ana y la Virgen niña, San José con el Niño Jesús, Adoración de los Pastores, Adoración de los Reyes Magos, Anunciación y la Huída a Egipto. En esta ocasión sólo he reflejado algunos apuntes sobre el retablo mayor del templo. Queda para otro momento referirme a las pinturas murales de la capilla mayor, el propio templo, la extinta Cofradía de Pastores de la Virgen de Belén, la Hermandad de Caballeros y Damas de Nuestra Señora de Belén,  las imágenes de la Virgen de Belén, el rebaño de ovejas de la Virgen de Belén, sus fiestas, rogativas, … Enrique Gómez Pérez

BIBLIOGRAFÍA:

* Archivo Central del Ministerio de Cultura. Iglesia de Santa María de Belén. Carrión de los Condes (Palencia). Retablo del altar mayor. Declaración de monumento histórico. Caja 88829. Expediente 5.

* GARCÍA, Lorena. El patrimonio religioso en Carrión de los Condes. Universidad de Valladolid, Valladolid  2014.

* Idem: Carrión de los Condes. Arte, Historia y tradiciones. Ediciones Aruz.  2014.

* GÓMEZ, Enrique y PERAL, Santiago. Carrión, la Ciudad de los Condes. Cálamo Palencia  1997. pp 55 a 59.

* GÓMEZ PÉREZ, Enrique y SANCHEZ GÓMEZ, Juan Carlos. El Belén, sus personajes y sus símbolos. La colección de Belenes del Mundo del Museo del Real Monasterio de Santa Clara de Carrión de los Condes. Vol. V. RR. MM. Clarisas de Carrión de los Condes, Palencia  2009. pp 14 a 19.

* GÓMEZ PÉREZ, Enrique: "La Virgen de Belén en el Camino de Santiago: Su patronazgo en Carrión de los Condes (Palencia)". Regina Mater Misericordiae: estudios históricos, artísticos y antropológicos de advocaciones marianas/ Coordinado por Juan Aranda Doncel, Ramón de la Campa Carmona. 2016. pp. 283-298

* PÉREZ, Nazario, S.I., Novena a la Virgen Santísima de Belén, venerada como Patrona en la iglesia de su nombre en la ciudad de Carrión de los Condes. Arreglada por el P. Nazario Pérez, S.J.  Palencia, Imprenta El Diario Palentino, 1920.

* RAMIREZ  DE HELGUERA, Martín. El Libro de Carrión de los Condes. (Con su Historia). Palencia. 1896.

* UNAMUNO, Fernando. “Retablo de Nuestra Señora de Belén en Carrión de los Condes (Palencia)” en Revista Academia, núm 11. Madrid 1960. pp. 74-75.

* VASALLO TORANZO, Luis.  “Anunciación”, en Memorias y Esplendores. Las Edades del Hombre, Palencia 1999.  p. 158.